Los errores más comunes que hacen sufrir tu piel en invierno

En verano nos bombardean con mensajes tipo: “El sol es peligroso, quema la piel, produce cáncer de piel, etc., etc., “ y nos ponemos protectores solares, nos aplicamos cremas aftersun, cremas hidratantes, aceites, etc.,

Pero en invierno casi todas nos parecemos olvidar que también en esta época hay que cuidar la piel.

El sol no desaparece en invierno. Vale, es más débil y calienta menos, pero los rayos UVA y UVB siguen allí y la piel sigue estando expuesta a él. El rostro y las manos casi siempre al menos. Y si os fijáis es en esas dos zonas: rostro y manos, dónde más solemos ver los estragos de la edad en la piel.

El frío, el viento, el sol y también la contaminación afectan a nuestra piel y a estos factores externos le tenemos que añadir algunas costumbres nuestras muy negativas.
 

Errores que cometemos:

- Hace frío, así que solemos subir la calefacción. Esto no solo es malo para nuestro bolsillo, también es malo para nuestra piel. Demasiado calor reseca la piel.
- Nos duchamos y bañamos con agua muy caliente. Es lo que el cuerpo nos pide, pero el agua templada sería mucho más saludable para la piel, porque el agua caliente solo la resiente.
- Usamos jabones demasiado agresivos para la piel. Cada piel necesita un cuidado específico, pero habitualmente los jabones que usamos suelen contener un ph demasiado agresivo o incluso elementos químicos que ayudan a crear espuma o tienen un perfume agradable, pero son muy perjudiciales para las pieles sensibles.
- Salimos a la calle sin protector solar. No estamos en verano y quizás no sea necesario un protector solar de SPF+50, pero siempre conviene proteger la piel del sol. Un protector SPF+20 es adecuado para el día a día y si subimos a la montaña para disfrutar de la sierra sí que hay que usar un protector de SPF+50. Sobre todo hay que proteger la piel de los niños.
- Nos olvidamos de la hidratación. Durante todo el año hay que beber la cantidad de agua adecuada y también hay que hidratar adecuadamente las zonas de piel más expuestas: el rostro y las manos.

No podemos influir en el viento, el frío o en la acción del sol, pero sí podemos protegernos de ellos, y aún mejor, podemos influir en los factores que dependen de nosotros mismos. 

Con bajar un poco la calefacción, ducharnos y bañarnos con agua templada y usar productos de higiene más adecuados a nuestra piel podemos ayudar a mantenerla hidratada y saludable.

Si cuidamos la piel podemos evitar un envejecimiento prematuro, retrasar la aparición de las arrugas y sobre todo, evitar problemas dermatológicos.

Está en nuestras manos. ☺