Pasar un día en la playa o en la piscina, al aire libre y con la intención de conseguir un buen bronceado o simplemente con el fin de pasar un día agradable no tiene porque ser un problema para la piel si se toman las precauciones adecuadas. Aplicarse el protector solar con frecuencia, no abusar del sol y ponerse también a la sombra, hidratarse lo suficiente. Pero aún así, siempre, siempre hay que cuidar la piel.
Yo tuve esa experiencia hace unas semanas. Estaba ya de vuelta de la playa y el sol se estaba poniendo en el horizonte. Había sido un día estupendo y me sentía bien.
Literalmente me parecía que esa tarde al sol me había cargado las pilas.
Pero cuando me miré al espejo veía primero un rostro bien bronceado, pero al mirar con más detenimiento veía también arrugas alrededor de los ojos y al bajar la vista a los brazos y manos veía que la piel allí estaba morena, pero deshifratada.
¡Pero si yo siempre he tenido una piel perfecta y nunca había tenido arrugas! ¿Cómo es posible que me pase esto?
Todo el mundo sabe que la piel necesita hidratarse para estar sana, y que la exposición a los rayos UV por un tiempo prolongado puede causar efectos irreparables si no se toman las medidas correspondientes.
Una piel sana tiene entre un 10% y un 20% de agua en la capa más superficial. En la capa inferior, la dermis, la presencia de agua supone otro 10% y es esta capa la que le da a nuestra piel un aspecto saludable y terso. Pero sólo cuando se mantiene ese nivel del 10% de agua.
Cuando cae por debajo del nivel normal la piel se vuelve frágil, áspera y tiende a sufrir lesiones con mucha más facilidad. El sol provoca también que el colágeno y la elastina se corrompan, lo que provoca que en nuestra piel aparezcan arrugas.
La hidratación de nuestra piel es por tanto un elemento fundamental para mantenerla joven y sana.
En la época estival tendemos a buscar el bronceado y abusamos sin piedad de los efectos del sol.
Podemos beber agua y tomar alimentos ricos en vitamina C y E y realizar algo de ejercicio físico, para hidratar y tonificar nuestra piel. Pero aunque bebamos mucho agua la piel no suele recibir el aporte necesario para compensar el exceso de radiación solar. Es allí cuando más necesario se hace el uso de un buen producto hidratante, incluso si ocupamos un bloqueador solar.