5 cosas que no sabías que podrían estar empeorando la sensibilidad de tu piel.

Tener piel sensible no siempre es solo cuestión de genética. Muchas veces, ciertas rutinas, productos o hábitos cotidianos están potenciando ese enrojecimiento, tirantez o ardor que sientes... sin que lo sepas. Hoy te contamos 5 factores que podrían estar empeorando la sensibilidad de tu piel. Y lo mejor: te damos tips para evitarlos.
Usar limpiadores demasiado agresivos: Muchos jabones y espumas faciales contienen sulfatos, fragancias o alcoholes que pueden eliminar los lípidos naturales de la piel y alterar su barrera protectora. Resultado: la piel queda más expuesta a irritaciones y se siente tirante, seca o con picazón. ¿Qué puedes hacer? Optar por limpiadores suaves, sin jabón (syndet) y con activos calmantes como el agua termal, el escualano o la niacinamida.
Cambios bruscos de temperatura: Los choques térmicos son uno de los principales desencadenantes de la sensibilidad. Dilatan los vasos sanguíneos y generan enrojecimiento, ardor o sensación de calor. ¿Qué hacer? Evitar duchas muy calientes, protegerse del frío o del viento y usar productos específicos que calmen y fortalezcan la piel.
Usar demasiados productos al mismo tiempo: Más no siempre es mejor. Mezclar varios activos (vitamina C, retinol, AHA/BHA) sin el control de un profesional puede sobrecargar la piel y producir el efecto contrario al buscado. ¿Qué puedes hacer? Simplifica tu rutina. En pieles sensibles, menos pasos y activos bien elegidos marcan la diferencia. Apuesta por fórmulas dermatológicas diseñadas para reforzar y calmar la piel, como el nuevo Serum Roséliane, que combate la inflamación crónica (anti-inflammaging) y ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro.
No hidratar correctamente: Cuando la piel pierde agua, su barrera se debilita, y es más vulnerable a irritantes externos. Muchas personas con piel sensible creen que deben evitar cremas, pero en realidad la hidratación es clave para protegerla. ¿Qué hacer? Usar hidratantes ligeros pero ricos en ingredientes calmantes y reparadores, como el escualano o la niacinamida. Elegir texturas sin perfume y con alta tolerancia dermatológica.
El estrés (sí, también se nota en la piel): La piel y el sistema nervioso están conectados. En situaciones de estrés o ansiedad, el cuerpo libera mediadores inflamatorios que pueden alterar la función barrera y hacer que la piel reaccione con más rojeces, ardor o brotes. ¿Qué puedes hacer? Además del cuidado tópico, implementar pausas conscientes, descanso y rutinas que te conecten con el bienestar. (Bonus: convertir tu rutina de skincare en un momento para ti también ayuda).
Para concluir, a veces, no es la piel en sí: es lo que hacemos sin darnos cuenta. Revisar tus hábitos y elegir productos formulados especialmente para pieles sensibles puede ser el primer paso para sentirte mejor. Recuerda que cuidarla no tiene que ser complicado: tiene que ser inteligente. Prueba nuestra línea Roséliane especialmente diseñada para pieles que sienten más.